
La voz de Hebe
Ariel conserva en papel una invaluable cantidad de escritos de su abuela, Hebe Foussats.
Su voz, delicada y melancólica, nos permite entrar en un universo íntimo que, gracias a esta memoria preservada, hoy vuelve a estar disponible para ser leído y compartido.
Algunas de sus poesías
LA VUELTA PROMETIDA

Plegué la carta y me quedé pensando....
Aunque tan bien la letra conocía,
quise dudar su procedencia, cuando
corrió por ella la mirada mía.
Talvez lejanas cosas remembrando,
entre súplicas miles, me decía,
-acuérdate de aquel que muere amando,
no olvides al que tanto te quería!-
Resurrección de un viejo sentimiento!
En qué amarga intuición ó abatimiento
volvió á llamarme aquella voz amada?
Oh! eterna vibración de un juramento,
que aún vienes por las noches, con el viento,
a hacer regar de lágrimas mi almohada.
Dios nos dá tiempo que pensar; pensemos,
y se harán grandes las pequeñas cosas;
la vida es buena para amar; amemos.
Viven de amor las almas y las rosas.
No há menester que de la llave usemos;
abren por sí las puertas silenciosas,
que hasta la muerte, si morir sabemos,
es un éxodo a patrias más hermosas.
En la consumación de la esperanza
el deseo alcanzado es la mudanza
y el recuerdo distante es el dolor.
Fundémos en quietud todo desvelo,
pués que si le alejamos de su cielo
nuestro pájaro azul muda color.
EL PÁJARO AZUL

A PIRIA (Piriápolis)

Piria; señor de estas heredades,
artífice del mar, cincelador de estrellas;
por el amor que has puesto en estas soledades
¡benditas sean tus manos peregrinas y bellas!
En una tarde larga, de infinitas saudades,
busqué sobre estas playas la quietud de tus huellas
para dormir mi larga neurosis de ciudades,
y desde entonces, ¡nunca! pude olvidarme de ellas…
Con el arte magnífico de un remoto pagano,
transformaste la sierra, el mar, el bosque, el llano;
lo has vestido de fiesta todo en este lugar.
De la obra de Dios eres el complemento.
Por ti se encanta el agua, y es más sonoro el viento.
Piriápolis: ¡miraje de luz para soñar!…
Buenos Aires, Mayo 1940
Toqué la flor, y como por encanto
de un continuo temblor posesionada,
al sentir el arranque ¡amargo llanto!
quedóse entre mis dedos deshojada.
Vi la entonces morir en el quebranto
de su existencia breve y perfumada,
como en la pausa de recuerdo tanto
se muere una ilusión desventurada.
Y me sentí súbitamente triste,
ante aquella hojarasca flebilosa
símbolo de la gloria fenecida.
Al mirar, por lo poco que exististe,
en la fragilidad de aquella rosa
el lejano reflejo de tu vida.
COMO UNA ROSA

